FELICITACIÓN DEL SR. PÁRROCO A TODOS LOS FIELES

FELICITACIÓN DEL SR. PÁRROCO A TODOS LOS FIELES

En estas fiestas tan entrañables que celebramos todos los años me dirijo a vosotros para manifestar a todos mi deseo de prosperidad, alegría y paz en estos días y año nuevo que acabamos de estrenar.

Esos buenos deseos que os señalaba están en el corazón de toda persona; en efecto, es propio de la naturaleza humana desear lo mejor para uno mismo y para aquellos con los cuales nos unen lazos de amistad fuertes.

Sin embargo, no podemos pensar que esa prosperidad, alegría y paz están sujetas al “destino” o a la “buena suerte”; tampoco podemos esperar que éstas vengan simplemente de nuestros logros o por nuestra capacidad de arreglar las cosas de una manera u otra; podríamos, incluso, buscar el bienestar simplemente en las cosas, personas o situaciones que nos producen una satisfacción pensando que ahí está toda la prosperidad, paz y alegría que busca y anhela el corazón humano.

Lo que estamos celebrando estos días nos da la llave para poder alcanzar la verdadera prosperidad, alegría y paz: Jesucristo. Nuestra unión con Él y la comunión de los demás con su Persona es precisamente lo que nos proporciona aquello que más buscamos. Éste es el ejemplo de los santos a quienes veneramos en nuestra Parroquia y el testimonio de tantos antepasados nuestros.

Os deseo de todo corazón a Jesucristo y la amistad con Él. Así, debemos desear también para los demás este regalo que nos hace la Iglesia a cada uno de nosotros; deseamos para los demás el don del Señor cuando rezamos por ellos, transmitiendo con paciencia la fe a los hijos, procurando su educación en la catequesis familiar y parroquial, visitando a Jesús en el Sagrario, escuchando su Palabra con nuestra familia cada domingo en la celebración de la Misa, acudiendo e invitando a los demás a recibir el perdón de los pecados, atendiendo a nuestros hermanos enfermos con generosidad, ayudando a bien morir a nuestros mayores proporcionándoles el sacramento de la Unción de los Enfermos y la Comunión,…Esta es la mejor forma de querer de verdad a los demás, porque queremos para ellos lo mejor que tenemos y hemos conocido: al Hijo de Dios.

La consecuencia de todo esto es clara: podremos vivir la comunión verdadera entre nosotros y en nuestras familias a pesar de cualquier dificultad por la que podamos atravesar. Nuestro pueblo será –con mayor razón- una gran familia que se quiere y sabe estar solícita para dar y perdonar. Éste es el rostro de la Iglesia, nuestra Madre que quiere acoger a aquellos que andan extraviados, como ovejas sin pastor. Que sepamos mostrar el rostro auténtico de esta Madre que nos cuida y alienta para que demos testimonio de los que hemos visto y oído, como los pastores en Belén.

Recibid, especialmente los enfermos, un cariñoso saludo en el Señor.

Luís Oliver Xuclá, Párroco.

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