Morada de Dios entre los hombres
Queridos diocesanos:
En el marco del 50º Aniversario de la configuración actual de nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón, este domingo celebramos la elevación de la Iglesia de Santa María de Castellón al rango de Concatedral de la Diócesis. Ocurrió mediante Bula del Papa Juan XXIII de 31 de mayo de 1960. Como el mismo Papa dice: «Conservada además la dignidad de la Catedral de Segorbe, elevamos al grado de Concatedral el templo consagrado a Dios en honor de la Santísima Virgen María que está en la ciudad de Castellón, con todos los derechos y honores, cargas y obligaciones que son propias de estas Iglesias».
A la Iglesia de Santa María se le llama Concatedral porque comparte el rango de catedral y la sede episcopal con la Catedral de Segorbe. La Catedral es el templo donde tiene su sede o cátedra el Obispo; de ahí le viene el nombre de Catedral. Desde la sede o cátedra episcopal, el obispo preside y guía a su grey, enseña la Palabra de Dios, educa y hace crecer en la fe a su iglesia diocesana por la predicación, y preside las celebraciones principales del año litúrgico y de los sacramentos como servicio a la comunidad y a la santificación de los fieles. Precisamente cuando el Obispo está sentado en su cátedra, se muestra ante sus fieles como quien preside en lugar de Dios Padre.
La presencia de la cátedra del Obispo en ella, hace de la Iglesia Catedral el centro material y espiritual de unidad y de comunión para todo el pueblo santo de Dios. Por ello es la iglesia principal de nuestra diócesis, de nuestra iglesia diocesana. Lo que se afirma de la Catedral se puede decir también de la Concatedral pero con referencia siempre a la Catedral. Lo más importante, sin embargo, es entender su significado.
Desde que la Palabra de Dios, el Hijo de Dios, se hizo carne y puso su morada entre nosotros, el cuerpo mismo de Jesús es el templo o la morada de Dios entre los hombres: Jesucristo mismo es el primer templo de los cristianos. Jesús, resucitado y ascendido a los cielos, sigue presente en medio de los que se reúnen en su nombre, en su Iglesia, que es su Cuerpo. La Iglesia es la prolongación en el tiempo de Jesús mismo, de su palabra y obra salvadora entre los hombres, el signo visible y la morada de Dios entre los hombres. Los cristianos, la Iglesia, somos el templo santo en el Señor, templo edificado sobre la piedra angular, que es Cristo (cf. Ef 2,20).
Desde aquí entendemos que los templos materiales de la Catedral y la Concatedral son signos de una realidad más profunda y rica: son lugares sagrados para construir el verdadero templo y la verdadera morada de Dios entre nosotros, nuestra Iglesia diocesana, como la comunidad del Señor Jesús. Junto con la Catedral de Segorbe, la Concatedral ha de ser signo concreto y visible de nuestra Iglesia diocesana, lugar donde los fieles cristianos, como pueblo de Dios, nos reunimos en torno al Obispo para escuchar la Palabra, para celebrar la Eucaristía y otros sacramentos, y para ofrecer al Señor el sacrificio espiritual de nuestras vidas.
Dedicada a la Virgen María, la Concatedral está llamada a ser el lugar donde los cristianos, presididos por el Obispo, nos unamos en la oración de alabanza que el Hijo de Dios encarnado eleva incesantemen¬te al Padre por sus hermanos, los hombres y mujeres de todos los tiempos.
Con mi afecto y bendición,
D. Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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