NUEVO CONFESIONARIO
Alguno lo ha visto y no sabía lo que era. Otros lo ha querido usar y no sabían por donde entrar. En cualquier caso ya os habréis dado cuenta de que tenemos nuevo confesionario.
De la necesidad de confesarse supongo que no hace falta que hable. Por si las moscas, decía en febrero el Papa Francisco:
“alguno puede decir: ‘Yo me confieso solamente con Dios’. Sí, tú puedes decir a Dios: ‘Perdóname’, y decirle tus pecados. Pero nuestros pecados son también contra nuestros hermanos, contra la Iglesia y por ello es necesario pedir perdón a la Iglesia y a los hermanos, en la persona del sacerdote”.
“‘Pero, padre, ¡me da vergüenza!’. También la vergüenza es buena, es ‘salud’ tener un poco de vergüenza. Porque cuando una persona no tiene vergüenza, en mi país decimos que es un ‘senza vergogna’ un ‘sinvergüenza’. La vergüenza también nos hace bien, nos hace más humildes. Y el sacerdote
recibe con amor y con ternura esta confesión, y en nombre de Dios, perdona”.
El nuevo confesionario (a parte de lo elegante que es) es cerrado, lo que permite hablar con mas naturalidad (los que estén muy, muy, muy sordos tendrán que seguir confesándose en la sacristía) y si uno no se puede arrodillar tiene un banquito para sentarse (si te puedes arrodillar no me seas tacaño y arrodíllate). El mueble ha sido realizado en el taller de carpintería del pueblo Rosselló, y han hecho un buen trabajo. La parroquia ha hecho un esfuerzo para mejorar el acceso al sacramento de la penitencia. Ahora hay que usarlo. Que segaste bien gastado.
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